Desde que Nicolas Maduro por ironias de la politica llegó
Miraflores, hemos tenido que soportar su verbo perezoso, lleno de todo tipo de
acusaciones e insultos.
Un dia habla de las intenciones malignas del imperio y otro
dia habla de una guerra silenciosa que intenta sacarlo de poder. Según su
delirante teoría, Obama y Uribe se reúnen en secreto todos los fines de semana
en un lugar que aún el G2 cubano no ha podido precisar , para preparar una
nueva estrategia en su contra.
El tiempo electoral
es el verdadero conspirador que tiene este gobierno. Le asusta muchísimo
pensar en una derrota en diciembre que lo deje sin piso político. Las
encuestas no los favorecen y el amor que en algún momento el pueblo chavista
les tuvo cada vez se trasforma mas en decepción. Los angustia saber que los
pleitos políticos, las conspiraciones y las guerras económicas ya no convencen
a muchos.
La única verdadera y real preocupación
del pueblo venezolano es que no encuentra comida sin importar si la culpa es
del gobierno o de la oposición. Sólo quiere que aparezca y ya. A ese nivel de
percepción básica lo ha llevado este gobierno hambreador: Quien le asegure la
papa al pueblo simplemente se robará su corazón.
Por nada del mundo estarían dispuestos a ceder espacios a la oposición , pero no encuentran elementos para desacreditarla . Cómo hacer para acusar a la
nueva oposición tranquilita y calladita de Chuo Torrealba de una conspiración
si ésta apenas se manifiesta y con poco ruido?. Esa pasividad opositora
angustia a un gobierno que necesita urgentemente tener argumentos para
acusarlos y desviar la atención nacional demasiada preocupada con dramática
situación del país.
Les encantaría volver a tener un militar montado en un
techo, una cuerda templada en una calle tumbando motorizados o una barricada en
una calle que impida el paso de peatones. En pocas palabras Maduro necesita
desesperadamente que vuelvan las guarimbas que tanto desprestigio y división trajo
a la oposición y muchos beneficios de imagen al gobierno. El silencio de la MUD
acelera el ritmo cardiaco de un gobierno acostumbrado a ver a los opositores
desesperados, pegando gritos mientras el pueblo reafirmaba en cada elección su
apoyo al gobierno.
Los tiempos han cambiado mucho y la oposición aparentemente
tonta ha aprendido mucho después de llevar tantos golpes . Es por eso que los asesores de Maduro han tenido que recurrir
a una nueva estrategia: Meter preso a cuanto dirigente opositor se le atraviese
haber si reaccionan y regresan las guarimbas.
Es en este contexto que Maduro se ha imaginado a un grupo de
opositores que el llama los “Pelucones”, quienes siguiendo instrucciones desde
el Pentágono, via Alvaro uribe, están
tramando un golpe de estado en su contra. No se dan cuenta que para cualquier observador imparcial eso significaria el reconocimiento tácito de que dentro de las fuerzas armadas hay un gran descontento que ha logrado capítalizar Ledezma. Fin de mundo.
Nadie sabe exactamente quienes son esos Pelucones, sobre
todo después que metieron preso a uno que precisamente una peluca es lo que mas
le falta. Lo único realmente cierto es
que si estas persecuciones nos ablandan el espíritu y el deseo de votar en
diciembre, el oficialismo podría recuperar sus fuerza y darse el fenómeno inconcebible
de verlos de nuevo como mayoría en la asamblea.
Pero también podría ocurrir que si el malestar del pueblo
chavista se traduce en apatía electoral, los tiempos de la revolución están contados
y no nos debería extrañar que suspendan las elecciones argumentando una posible
invasión del norte con Uribe a la cabeza montado en un tanque. Con la conspiración
de los Pelucones, Maduro estaría sumando elementos que justifiquen esa decisión
absurda, pero que bien podría darles un respiro temporal.
Finalmente solo le recomiendo a Maduro que en lugar de estar
pendiente de pelucones deberia más bien preocuparse por las intrigas de un
pelón que tiene a su derecha y que desde hace tiempo le está preparando una emboscada.
El Cotejo